miércoles, 30 de noviembre de 2011

ORIGEN DE LAS AGUAS SUBTERRÁNEAS

El origen de las aguas subterráneas es uno de los problemas que más han preocupado al
hombre desde los tiempos más remotos. La teoría de la infiltración, que supone que todas
las aguas subterráneas provienen bien de infiltración directa en el terreno de la lluvia o de
la nieve, o indirectamente de los ríos o lagos, no ha sido aceptada universalmente, sino
desde tiempo relativamente reciente. Los pensadores de la antigüedad creían que las
precipitaciones no eran suficientes para mantener los grandes caudales subterráneos que
emergían espontáneamente o eran alumbrados por la mano del hombre en algunos puntos
de la superficie terrestre. Y, lógicamente, se lanzaban a inventar las teorías más ingeniosas,
variadas y pintorescas para explicar su origen.

No se conservan datos sobre el pensamiento en relación con los orígenes de las aguas
subterráneas de las civilizaciones antiguas previas a los antiguos griegos. Se observa que la
falta de experimentación acompañaba a las teorías antiguas, algunas de ellas realmente
inteligentes e imaginativas, pero que hubieran sido fácilmente abandonadas mediante
alguna simple medición o experimentación directa.

Entre las teorías antiguas más conocidas están las siguientes:

Infiltración del agua marina
· Tales de Mileto (640-546 a. de J.C.) nos dice que el agua del mar era empujada por
el viento, filtrada por la tierra, donde de nuevo emergía como agua dulce.
· Platón (427-347 a. de J.C.) habla de una gran caverna adonde vuelve el agua del
océano a través de los conductos subterráneos, aunque no nos aclara mediante qué
mecanismo.
· Lucrecio (94?-55 a. de J.C.) habla del agua del mar infiltrándose en la tierra, donde
deja su “amargor” o salinidad, saliendo al exterior en forma de manantiales.

Condensación del agua marina
· Aristóteles (384-322 a. de J.C.), aunque discípulo de Platón, modificó algo su teoría
en el sentido de que en los pasajes subterráneos donde se infiltraba el agua del mar
en la tierra se desprendía vapor de agua que contribuía a la mayor parte del agua de
los manantiales.

Condensación del vapor de agua en el aire
Esta teoría propugna que el vapor de agua que contiene el aire se condensa en las
rocas y da origen de nuevo a los manantiales. Aunque esta teoría es parcialmente
correcta, pero las cantidades de agua así condensadas son una minúscula parte de la
aportación que reciben manantiales y pozos. Como es bien sabido, en algunas zonas
de la tierra, y un ejemplo de ello son algunas de las islas Canarias, prosperan
cultivos de regadío con esta fuente de humedad en zonas de precipitación muy
escasa o incluso nula.

Infiltración de las precipitaciones
Ya los romanos empezaron a pensar que las precipitaciones en forma de nieve y
agua eran suficientes para alimentar los depósitos y manantiales de agua
subterránea.
· Marco Vitrubio (15 a. de J.C.) comenzó a propugnar esta teoría y a entrever la
existencia del ciclo hidrológico como se contempla actualmente.
· Lucio Anneo Séneca (4 a. de J.C.-65 d. de J.C.) vuelve a la teoría aristotélica
concluyendo que el agua de lluvia no es suficiente para alimentar las fuentes
subterráneas.
· La teoría de la infiltración es, desde el siglo XVI, la única firme y universalmente
aceptada en la actualidad.
· Bernard Palissy (1509-1589), filósofo francés, parece ser el primero en establecer
las teorías modernas sobre el origen de las aguas subterráneas.
· Pierre Perrault (1608-1680) y Edmé Mariotte (1620-1684) midieron la
precipitación en la cuenca del Sena durante los años 1668 a 1670 y observaron que
la escorrentía superficial de la cuenca era solamente un sexto de la precipitación
total, deduciendo, por tanto, que casi la totalidad del resto alimentaba los depósitos
y fuentes subterráneos.
Esta última teoría ha sido satisfactoriamente demostrada comparando y analizando grandes
series de datos de:
· la penetración del agua de lluvia y de nieve a través del terreno,
· las pérdidas por infiltración en ríos y lagos,
· el aumento de nivel freático, como consecuencia de las lluvias y las corrientes de
infiltración de los ríos,
· la pendiente de las superficies freáticas desde las zonas de infiltración a los puntos
de afloramiento,
· la relación de la cantidad de agua extraída de un área determinada a la precipitación
media anual,
· la permeabilidad de los materiales del terreno,
· las variaciones de los afloramientos de aguas subterráneas en relación con las
variaciones de las precipitaciones.

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